lunes, 22 de mayo de 2017
Agradecimiento al escuadrón base.
No nos olvidamos de vosotros, de nosotros, no penséis eso, lo bueno se hace esperar.
En realidad sobran las palabras para hablar de vosotros, de nosotros, pero algo debemos escribir, que mínimo que esto para todo lo que os debemos este año.
Año complejo, complicado, extraño, agridulce, al principio agrio y al final muy dulce.
Año de dudas, de muchas dudas, dudas que nos han afectado a nosotros, pero que vosotros las habéis sufrido desde un punto de incertidumbre nada agradable y que esperemos no se repita.
Aunque, personalmente, no tenía, no teníamos ninguna duda, de que saldría bien, lo que no me esperaba es que saliera tan bien.
Bien es poco, salió bonito, emotivo, sentimental, contagioso, bello.
Demasiadas lágrimas, muchas no deberían haberse producido como se produjeron, muchas fueron producto del miedo de una fecha que se acercaba y estaba aún, la noche de antes, tan y tan distante. Pero a pesar de tanta lágrima, no hay dudas de que la Señora lloró menos que nunca, iba radiante, más guapa que nunca.
¿Cómo va a llorar nuestra Madre si los hijos que la llevaban sobre su costal habían luchado tanto para que se produjera el encuentro con su hijo a las puertas de su casa?.
Ellos, pocos, ellas, muchas, ejemplo de cuadrilla en este año 2017, ejemplo de familia, daba igual el frio, la lluvia, y daba igual si podían ir nueve a ensayar como si podían ir quince, siempre han ensayado. Y si no podían físicamente con su paso, daba igual, se metían en el del misterio y nosotros, todo hay que decirlo, respirábamos más aliviados porque tampoco íbamos sobrados.
La unión hace la fuerza, dicen, no lo sé, no estoy seguro. La unión ha nacido de la necesidad, necesidad de hacer cuello para que el Jueves Santo, siempre tan lejano, nuestro cuerpo aguantara la pelea, que este año ha sido muy sufrida pero muy bien recibida.
Da igual porque ha sido, el caso es que ha sido, haber ensayado juntos en ambos pasos nos ha obligado a entendernos, a querernos de verdad, al fin.
No hay dos cuadrillas, hay una, poco a poco más numerosa, pero la hay, eso es un hecho.
La ayuda externa ha sido importante este año, y algo habremos hecho bien, como grupo, como personas, cuando gran parte de esa ayuda externa ya ha pasado a formar parte de forma fija de esta gran cuadrilla.
Señor de la Sentencia, Padre y amigo, como has andado esta madrugá. No ibas sufriendo, ibas disfrutando de tu gente que este año hizo una gran penitencia para que tu no tuvieras que hacerla.
Los números son solo eso, números, que el paso calce treinta y cinco costaleros no quiere decir que con veintisiete no se pueda andar como si no pasara nada.
Es que no pasaba nada, los kilos caían y ahí estábamos, orgullosos, para recibirlos con nuestro cuerpo derecho, cuerpo que fue menguando según pasaban las horas pero que aguantó, como no había dudas de que aguantaría debido a los ensayos.
Ensayos, tan necesarios y tan poco valorados tiempo atrás y que esperamos que este año haya sentado escuela para los siguientes.
Siguientes años, siguientes madrugás, todas diferentes pero ninguna llegará al nivel de emotividad de esta.
Con fé y con devoción todo se puede, pero también con ensayos, con desvelos, con dolores de cuello y espalda pero sobretodo, con muchos dolores de cabeza.
Gracias, cuadrillas, cuadrilla, Hermanos y hermanas del costal.
Y gracias al equipo de capataces y ayudantes, Carlos y Javier. Antonio y Jonathan, tiene que ser un gusto ser los ojos de tu cuadrilla cuando esta responde tan bien como este año.
Eso os lo dejamos a vosotros, nosotros seguiremos siendo sus pies gracias a vuestro brillante trabajo.
A todos ellos, a todos vosotros y a todos nosotros, Gracias.
Junta gestora Hermandad de la Sentencia.
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