El Cartel de este año se basa en los orígenes de la cofradía y de sus significados primeros, el de sus advocaciones.
MATEO 27:15-26:
15 Y en el día de la fiesta acostumbraba el presidente soltar al pueblo un preso, cual quisiesen. 16 Y tenían entonces un preso famoso (griego: episemon), que se llamaba Barrabás. 17 Y juntos ellos, les dijo Pilato; ¿Cuál queréis que os suelte? ¿A Barrabás o a Jesús que se dice el Cristo? 18 Porque sabía que por envidia le habían entregado.
19 Y estando él sentado en el tribunal, su mujer envió a él, diciendo: No tengas que ver con aquel justo; porque hoy he padecido muchas cosas en sueños por causa de él. 20 Mas los príncipes de los sacerdotes y los ancianos, persuadieron al pueblo que pidiese a Barrabás, y a Jesús matase. 21 Y respondiendo el presidente les dijo: ¿Cuál de los dos queréis que os suelte? Y ellos dijeron: á Barrabás. 22 Pilato les dijo: ¿Qué pues haré de Jesús que se dice el Cristo? Dícenle todos: ¡Sea crucificado! 23 Y el presidente les dijo: Pues ¿qué mal ha hecho? Mas ellos gritaban más, diciendo: ¡Sea crucificado!
24 Y viendo Pilato que nada adelantaba, antes se hacía más alboroto, tomando agua se lavó las manos delante del pueblo, diciendo: Inocente soy yo de la sangre de este justo veréis lo vosotros. 25 Y respondiendo todo el pueblo (griego: pas ho laos – toda la gente), dijo: Su sangre sea sobre nosotros, y sobre nuestros hijos. 26 Entonces les soltó á Barrabás: y habiendo azotado á Jesús, le entregó (griego:paredoken – de paradidomi) para ser crucificado.
https://www.sermonwriter.com/espanol-exegesis/mateo-2711-54
Siempre está bien conocer de que se habla cuando se habla de algo, en nuestro caso, que representa nuestro paso de misterio.
Se basa en el anterior pasaje bíblico, antes de comenzar el camino hacia el monte gólgota con la cruz a cuestas. El pueblo lo rechaza, el mismo que lo había amado días atrás ahora lo deja de lado, pero él, aún así, hace que todos sus pecados recaigan sobre él en esa indigna cruz.
Penitencia que cada uno lleva a su manera hoy en día, nosotros en nuestra procesión, cada uno en su cometido, cometido que ha elegido, el costalero es costalero porque quiere al igual que un nazareno lo ha hecho por gusto también, gusto o cualquier otra razón personal en la que no debemos meternos, cada uno lleva su penitencia como quiere y todos son importantes en el conjunto de la Cofradía y en cada uno de sus corazones.
El paso de Nuestra señora se basa en la cuarta estación del Vía Crucis:
«No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu seno y darás a luz un hijo, a quien pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo, el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre, y su reino no tendrá fin» (Lc 1,30-33).
María recordaba estas palabras. Las consideraba a menudo en la intimidad de su corazón.
Cuando en el camino hacia la cruz encontró a su Hijo, quizás le vinieron a la mente precisamente esas palabras. Con una fuerza particular. «Reinará... Su reino no tendrá fin», había dicho el mensajero celestial. Ahora, al ver que su Hijo, condenado a muerte, lleva la cruz en la que habría de morir, podría preguntarse, humanamente hablando: ¿Cómo se cumplirán aquellas palabras? ¿De qué modo reinará en la casa de David? ¿Cómo será que su reino no tendrá fin?
Son preguntas humanamente comprensibles. María, sin embargo, recuerda que tiempo atrás, al oír el anuncio del Ángel, había contestado: «He aquí la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra» (Lc 1,38). Ahora ve que aquellas palabras se están cumpliendo en la palabra de la cruz. Porque es madre, María sufre profundamente. No obstante, responde también ahora como respondió entonces, en la anunciación: «Hágase en mí según tu palabra». De este modo, maternalmente, abraza la cruz junto con el divino Condenado. En el camino hacia la cruz, María se manifiesta como Madre del Redentor del mundo.
«Vosotros, todos los que pasáis por el camino, mirad y ved si hay dolor semejante al dolor que me atormenta" (Lm 1,12). Es la Madre dolorosa la que habla, la Sierva obediente hasta el final, la Madre del Redentor del mundo.
http://www.franciscanos.org/oracion/viacruz04.htm
María encuentra a su hijo en la calle de la Amargura y de sus ojos no pueden dejar de caer lágrimas.
La advocación de nuestra señora viene de ahí y es importante conocerlo.
Nuestra estación de penitencia se mueve entre estos dos momentos bíblicos, La lectura sentencia y el encuentro entre Madre e hijo y, consecuentemente, ambos momentos los intentamos escenificar en nuestra estación de penitencia.
Y el cartel es simplemente eso, un hijo, una madre, un grupo de hermanos en la fe que les acompañan en su largo camino de dolor y amargura y un encuentro fugaz pero necesario. Todo por lo que trabajamos se cumple el jueves santo en momentos muy cortos en el tiempo pero muy largos en el recuerdo. La respuesta está en los orígenes y es por ello que el cartel se basa en ellos.
Esperamos que os guste.
Junta Gestora Hermandad de la Sentencia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario